CESAR VALLEJO. POESIA REVOLUCIONARIA HISPANOAMERICANA

César Vallejo

 

 

 

 

MASA

 

Al fin de la batalla,

y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:

«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando: «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Le rodearon millones de individuos,

con un ruego común: «¡Quédate, hermano!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra

le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse  lentamente,

abrazó al primer hombre; echóse a andar… (España, aparta de mí este cáliz)

 

 

 

176    Poesía como un arma

 

 

REDOBLE FÚNEBRE A LOS ESCOMBROS DE DURANGO

 

Padre polvo que subes de España, Dios te salve, libere y corone,

padre polvo que asciendes del alma.

Padre polvo que subes del fuego, Dios te salve, te calce y dé un trono, padre polvo que estás en los cielos. Padre polvo, biznieto del humo, Dios te salve y ascienda a infinito, padre polvo, biznieto del humo.

Padre polvo en que acaban los justos, Dios te salve y devuelva a la tierra, padre polvo en que acaban los justos.

Padre polvo que creces en palmas, Dios te salve y revista de pecho, padre polvo, terror de la nada.

Padre polvo, compuesto de hierro, Dios te salve y dé forma de hombre, padre polvo que marchas ardiendo.

Padre polvo, sandalia del paria, Dios te salve y jamás te desate, padre polvo, sandalia del paria.

Padre polvo que avientan los bárbaros, Dios te salve y te ciña de dioses,

padre polvo que escoltan los átomos.

Padre polvo, sudario del pueblo, Dios te salve del mal para siempre, padre polvo español, padre nuestro.

 

 

 

Poetas hispanoamericanos   177

 

 

Padre polvo que vas al futuro, Dios te salve, te guíe y te dé alas, padre polvo que vas al futuro.

(España, aparta de mí este cáliz)

 

 

ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ

 

Niños del mundo,

si cae España —digo, es un decir—, si cae

del cielo abajo su antebrazo que asen, en cabestro, dos láminas terrestres:

niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!

¡qué temprano en el sol lo que os decía!

¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!

¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!

¡Niños del mundo, está

la madre España con su vientre a cuestas; está nuestra madre con sus férulas,

está madre y maestra,

cruz y madera, porque os dio la altura, vértigo y división y suma, niños;

está con ella, padres procesales!

Si cae —digo, es un decir—, si cae España, de la tierra para abajo, niños ¡cómo vais a cesar de crecer!

¡cómo va a castigar el año al mes!

¡cómo van a quedarse en diez los dientes, en palote el diptongo, la medalla en llanto!

¡Cómo va el corderillo a continuar atado por la pata al gran tintero!

 

 

 

178    Poesía como un arma

 

 

¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto hasta la letra en que nació la pena!

Niños,

hijos de los guerreros, entre tanto,

bajad la voz que España está ahora mismo repartiendo la energía entre el reino animal,

las florecillas, los cometas y los hombres.

¡Bajad la voz, que está

en su rigor, que es grande, sin saber

qué hacer, y está en su mano la calavera hablando y habla y habla,

la calavera, aquella de la trenza; la calavera, aquella de la vida!

¡Bajad la voz, os digo;

bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto

de la materia y el rumor menos de las pirámides, y aún

el de las sienes que andan con dos piedras!

¡Bajad el aliento, y si el antebrazo baja,

si las férulas suenan, si es la noche,

si el cielo cabe en dos limbos terrestres, si hay ruido en el sonido de las puertas, si tardo,

si no veis a nadie, si os asustan los lápices sin punta, si la madre España cae —digo, es un decir—,

salid, niños del mundo; id a buscarla!… (España, aparta de mí este cáliz)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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